Mérida, Yucatán. La proliferación de roedores en zonas que alguna vez fueron grandes extensiones de selva en la Península de Yucatán, tiene en alerta a la Conabio porque esta fauna es identificada como un espléndido reservorio de vectores que podrían transmitir enfermedades de los animales a las personas ya sea por contacto directo, por contaminación o a través de un vector.
José Sarukhán Kermez, coordinador general de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), detalla que los roedores están sustituyendo a los grandes depredadores como los felinos que son responsables, en gran medida, de mantener la estructura del ecosistema donde habitan.
“Conabio tiene estudios ahorita que demuestran que, en zonas perturbadas en la Península de Yucatán, la fauna mayor ha desaparecido y se ha sustituido, por así decirlo en términos numéricos, por una fauna de mamíferos muy pequeños que son espléndidos reservorios de vectores que producen enfermedades”, afirma en entrevista para Evlyn.Online
Mientras que en los ecosistemas que no han sido perturbados por la deforestación, actividades agrícolas o ganaderas se mantiene el componente faunístico, desde los depredadores tope como los felinos hasta una serie de animales herbívoros; en aquellas zonas que ya fueron perturbadas crece la presencia de organismos que podrían convertirse en una amenaza para la salud humana.
Cabe subrayar que la conservación de la biodiversidad ayuda a mantener los ciclos de transmisión de algunos vectores y, por el contrario, muchas de las enfermedades de reciente aparición tienen su origen después de la perturbación de los ecosistemas.
“Cuando nosotros perturbamos el ecosistema hay un aumento enorme de organismos que son espléndidos hospederos de muchos vectores que tienen parásitos que afectan a la especie humana. Esto está probado, tenemos un estudio en ese sentido y queremos hacerlo para muchas más partes del País para saber de qué tamaño es la bronca que tenemos”, explica el biólogo.
El también miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y de la Royal Society de Londres, destaca la importancia de que México cuente con información científica que le permita advertir los altos costos que tiene para el país la perturbación de sus ecosistemas y las implicaciones que podría tener para la salud de las personas.
“Si no queremos tener otro Covid, tenemos que empezar una estrategia de comunicación y de información infinitamente más fuerte, más intensa, hoy no la tenemos. Son datos reales, existen, el día de ayer se los acabo de presentar al Secretario de Hacienda”, añade.
A través de la Conabio, continúa, México compila información científica para promover el manejo sustentable de la biodiversidad y diseñar políticas públicas transversales, pero es necesario que tanto el Gobierno Federal como los Estados y Municipios, utilicen el conocimiento científico.
“Tenemos demasiada información, más de la que se está utilizando, pero lo más importante es que el Gobierno Federal y los gobiernos estatales y municipales usen esa información para hacer las cosas bien. Eso es lo que no ocurre. La única manera de cambiar las cosas es que la sociedad exija, con conocimiento de causa, con los datos, con la información en la mano, que las cosas se hagan de manera distinta. La presión social con información científica y no nada más porque mi ideología dice esto”, apunta.
Covid-19 obliga a repensar impacto en los ecosistemas: Sharukhán
Tras meses de confinamiento, más de 113 mil muertes por la pandemia de Covid-19 en México y datos que advierten un incremento de roedores en selvas perturbadas de la Península de Yucatán, es momento de repensar el impacto que tienen las personas sobre los ecosistemas, propone José Sarukhán Kermez, coordinador general de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
“Hay que recapacitar sobre que el impacto muy fuerte que hemos tenido sobre el medio ambiente y empezar a cambiar los patrones que han resultado mal. ¿Cuáles son estos?, el problema fundamental es la modificación de los ecosistemas para la producción de alimentos y la forma criminal con la que se ha estado deforestando muchas partes en México, por crimen organizado o por todas esas derivaciones del crimen organizado como amenazas a los dueños de los bosques”, señala.
México tiene el compromiso de alcanzar la meta de cero deforestación en 2030 pero Sarukhán advierte que, si no se toman medidas ya, no se cumplirá esta meta.
“Tenemos herramientas y formas de hacerlo adecuadamente, no es que no sepamos cómo hacerlo, tenemos herramientas extremadamente útiles”, enfatiza.
El Covid-19 también obliga a recapacitar sobre la dinámica de las ciudades, la pérdida de biodiversidad y las pandemias como son resultado de esa pérdida de biodiversidad.
No puede quedar fuera de la reflexión, subraya, los resultados de la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que están modificando a la atmósfera y los cada vez más frecuentes periodos de sequía y huracanes violentos.
“Esa es la reflexión que deberíamos asumir y darnos cuenta que el cambio tiene que ser un cambio profundo. No esperar quién lo viene hacer, lo tenemos que hacer nosotros convencidos nosotros, por la información que tenemos, de que hay que cambiar la manera de vivir y nuestros hábitos”, añade.
Si no empezamos a impulsar un cambio, anticipa, no habrá forma de evitar una una catástrofe seria y costosísima en términos humanos y políticos.