Combatientes forestales enfrentan estrés, cansancio y miedo cada vez que arriesgan su vida intentando apagar los incendios que este año se prolongaron hasta por un mes en terrenos de difícil acceso.

Oaxaca, Oaxaca. Después de 14 años de experiencia en el combate de incendios forestales, Senén Díaz Altamirano no tiene duda: en la temporada 2024 estos eventos fueron más largos y agresivos.

El también jefe de la brigada de combatientes forestales del municipio de San Juan Lajarcia perteneciente al distrito de Yautepec en la región sur de esta entidad, rememora que él estuvo al frente de al menos dos incendios fuertes en los meses más críticos.

“Este 2024 hubo muchos incendios y muy agresivos. Fueron incendios que rápido se extendieron. Entiendo que es por el calentamiento global y el tiempo tiene que ver mucho. Pienso que tuvo que ver mucho que no llovió. Al no llover se secó mucho la vegetación y eso ocasionó que muchos incendios crecieran rápidos y fueran muy extensos. A mí me tocaron como dos o tres incendios fuertes en un pueblo que se llama La Victoria por Los Mijes ese incendio fue muy fuerte y riesgoso”, comparte el combatiente de la Comisión Estatal Forestal de Oaxaca en entrevista con Evlyn.Online

Senén Díaz Altamirano es combatiente forestal desde hace 14 años
Senén Díaz Altamirano es combatiente forestal desde hace 14 años

 

Oaxaca es la entidad con mayor superficie afectada por incendios forestales en lo que va de 2024 con un total de 113 mil 820 hectáreas consumidas por el fuego, de acuerdo con información del Sistema Nacional de Información Forestal (SNIF).

En el marco del Día Nacional del Combatiente Forestal que se conmemora cada 11 de julio, Senén reflexiona sobre el desafío que representó para él y sus compañeros el combate a incendios forestales este año.

“Hay momentos en los que tenemos que valorar primero la vida de los combatientes. Los incendios de repente cambian de dirección o a veces cruzan la brecha de donde se va trabajando porque se vuelven muy riesgosos. A veces se quema la parte de arriba y no nos damos cuenta de ese detalle y es muy riesgoso”, enfatiza.

La coordinación entre combatientes de incendios forestales inicia desde el momento en que reciben la alerta. Senén junto a ocho brigadistas se traslada hasta la comunidad donde se registra el siniestro, se entrevista con las autoridades comunales o municipales para que les apoyen a sofocar el incendio y enseguida, establece una zona de evacuación.

“Antes previene uno al personal de que hay que tener cuidado. Buscamos una zona de evacuación. Cuando vemos que el incendio es muy riesgoso, le decimos al personal que se salga y se vaya a esa zona de evacuación. Al principio se siente temor por el incendio, pero después de que se combatió se siente uno bien”, afirma.

Lo más importante en todo momento, dice, es valorar la seguridad de personal.

Para combatir un incendio forestal, él y su equipo trazan una brecha cortafuego, se trata de una técnica que les permite frenar la expansión del fuego.

“Se hace una brecha delante de donde va a pasar el incendio. Ya que se hace la brecha se le prende fuego. Ese fuego empieza a avanzar hacia donde viene el incendio inicial y se encuentra la lumbre que uno le pone al contrafuego con el incendio y al encontrarse allí se detiene y deja un espacio donde la lumbre ya no puede avanzar. A esta acción nosotros le decimos labor de control. Hasta allí el incendio está controlado solamente y de allí viene otra actividad que se llama labor de liquidación. Aquí nos cercioramos de que no vaya a quedar un tronco o algo ardiendo cerca de la brecha porque si queda cerca de la brecha, con el aire y la temperatura puede ocasionar que se vuelva a prender el incendio”, indica.

Senén llegó a este trabajo por necesidad y a lo largo de su trayectoria ha podido escalar posiciones. Inició como brigadista de combate al fuego, pero luego ascendió a segundo jefe de brigada y desde hace dos años es el jefe del equipo.

En la temporada 2008-2009 enfrentó una de las experiencias más difíciles de su trayectoria porque casi pierde a uno de sus compañeros en un incendios que se prolongó durante varios días en una comunidad del istmo oaxaqueño.

“Nos echó a correr. Había mucho riesgo de que nos alcanzara la lumbre. Hay barrancas a veces que son muy reducidas y pendientes muy inclinadas entonces avanza muy rápido el incendio. A veces no se da cuenta uno de eso y a veces se rueda una piedra de la barranca y uno se da cuenta, pero es muy rápido, muy peligroso. Cuando nos dimos cuenta, la lumbre ya venía avanzando muy rápido y no nos dio tiempo de planear. Lo que hicimos fue salirnos corriendo. El último que iba de nosotros apenas alcanzó a salir, a cruzar la dirección que llevaba la lumbre, ¡fue peligroso!”, recuerda.

Cuando los incendios se prolongan, dice, el personal de combate se desespera y aumenta el estrés, por ejemplo, este año tuvieron que enfrentarse a siniestros que se prolongaron hasta nueve días.

A Senén le gustaría ser recordado como un hombre que arriesga su vida por proteger la flora y la fauna de su Estado, pero no pierde oportunidad para advertir a la población que ayude a prevenir los incendios forestales.

“Ser recordado para que los compañeros y todas las personas sepan que en su momento tratamos de hacer las cosas bien para conservar la flora y la fauna. Que defendemos lo que es la naturaleza y mi primer consejo es que tengan cuidado al encender una fogata, que vigilen eso primero porque a veces una brasa, es un cerillo que empieza y a veces la gente no lo toma en serio y como no sabe, no piensa en lo que va ocasionar. Tener presente que por un descuido se ocasiona mucha pérdida de la vegetación y a veces se invierte mucho trabajo, mucho desgaste a causa de que es un descuido nada más”, enfatiza.

Para Lisandro Cruz Méndez, un combatiente forestal de 32 años que dirige la brigada de la comunidad San Francisco Yosocuta en la región de la mixteca oaxaqueña, el 2024 también fue un año desafiante.

“Comparado con la temporada anterior, sí fueron más agresivos los incendios, de mayor durabilidad y hubo un mayor número de incendios. Me parece que en la temporada pasada nosotros tuvimos como nueve incendios y esta temporada atendimos como veinticinco. En durabilidad de días pues se duplicó el número de días que estuvimos trabajando sobre la línea”, detalla.

Durante un mes, recuerda, él y sus compañeros de brigada tuvieron que lidiar con un incendio forestal cuyas tareas de combate se prolongaron debido a que el fuego avanzó muy rápido en una zona con una topografía muy accidentada.

“El incendio más largo que nosotros atendimos fue en Tepelmeme. Fue un incendio aproximadamente de un mes en la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán, fue más o menos un mes, nosotros estuvimos por intervalos, pero el incendio se alargó bastante por la topografía porque es una zona bastante montañosa, tiene muchísimas pendientes y hay zonas que por más que nosotros queramos entrar no podemos. Está muy accidentado el terreno”, comparte.

 

A veces, dice, el fuego los sorprende de abajo hacia arriba y esto hace más difícil el combate.

“Cuando el fuego viene de abajo hacia arriba en una pendiente, tiene una velocidad muy agresiva porque avanza muy rápido y es muy difícil poder salir de esas zonas entonces es la topografía lo que hace que los incendios se alarguen más de lo que nosotros quisiéramos”, sostiene.

Otros incendios forestales, agrega, representan un desafío porque avanzan muy rápido debido a la vegetación sobre la que se expanden.

“Atendimos un incendio en una zona que se llama Teíta y afectó otra comunidad que se llama Tataltepec. En esa zona la vegetación es principalmente palmera y pasto y en esa zona el fuego avanza muy rápido. En la tarde tiene un avance muy muy rápido. Ese incendio, en una noche, consumió 600 hectáreas. Para mí, los incendios que más se me complicaron fueron los de palma y pasto por la velocidad con la que avanza el incendio y aquí tuvimos la dificultad de que no había tanta gente apoyándonos y nosotros como brigada nos dividimos en dos grupos y tratamos de atender los dos frentes para poder controlarlo. Lo tuvimos que trabajar de noche y de madrugada para poder hacerle frente y lograrlo sofocar”, añade.

Lisando asegura que nunca se le pierde el miedo al fuego que se propaga por los ecosistemas forestales y este 2024 su brigada tuvo una experiencia en la que él y sus compañeros quedaron perdidos durante algunas horas.

“El miedo al fuego nunca se le pierde. Yo pienso que es también una forma de que tú estés seguro porque si le tienes miedo, trabajas con mayor precaución. Sabemos que tenemos que combatirlo, es nuestra labor y siempre está ese respeto al fuego. Perderle el miedo, no porque es un trabajo riesgoso. Sabes que tú llegas al incendio, pero no sabes si vas a salir. Este año hemos escuchado de muchos combatientes que han perdido la vida. Nosotros hemos tenido experiencias de que hemos tardado en encontrar a compañeros por lo mismo de que el fuego se brincó las brechas y cada quién tuvo que buscar una zona segura”, agrega.

Con motivo de la celebración del Día Nacional del Combatiente de Incendios Forestales, el cual se celebra desde hace 10 años, en las oficinas centrales de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), se llevó a cabo un evento para honrar la perseverancia, dedicación y sacrificio de hombres y mujeres que arriesgan sus vidas para proteger los ecosistemas y comunidades forestales, así como aquellos que colaboran en el manejo del fuego.

Se realizó una guardia de honor y toque de silencio en homenaje a las personas combatientes caídas en 2024 aunque la Conafor no precisó el número de personas que este año perdieron la vida en el combate al fuego.

Posteriormente se entregaron reconocimientos a las dependencias federales que apoyan el combate de incendios; así como a tres brigadas de subsidios, de los estados de Nayarit, Guanajuato y San Luis Potosí.

El 11 de julio fue instaurado por Decreto Presidencial como el Día Nacional del Combatiente de Incendios Forestales, y se celebra desde el año 2014.

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