Ciudad de México. Las zonas metropolitanas del país redujeron hasta 20 por ciento la mala calidad del aire en 2020 cuando la pandemia de Covid-19 obligó a la mayoría de las personas a reducir el uso del automóvil y los viajes en transporte público, pero a medida que las ciudades retoman cierta normalidad, los niveles de contaminación nuevamente van al alza, advierte el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).
Los últimos meses han sido especialmente monitoreados por Abraham Ortinez Álvarez, director de Economía Sectorial en el INECC, porque identificó que a medida que la pandemia de coronavirus penetró en las ciudades mexicanas, la contaminación se redujo principalmente por un motivo en común: el limitado uso del automóvil debido al confinamiento de las personas.
“Pudimos observar en imágenes satelitales que en las emisiones provenientes de este sector (transporte) sí hay una reducción. Es como si fuera la imagen de una vela. Se ve cómo se fueron apagando (las emisiones contaminantes en las ciudades) y ahora que estamos nuevamente regresando a una cierta normalidad, nuevamente vuelves a ver cómo empieza a incrementarse ya la contribución de esta fuente (transporte)”, comparte en entrevista con Evlyn.Online
Por ejemplo, aunque en el Valle de Toluca continuaron las quemas agrícolas durante la pandemia de Covid-19, se detectó una reducción en la presencia de ozono y partículas PM2.5 y PM10.
“En el caso del Valle de Toluca que tiene un tema de partículas muy específico a diferencia de otras entidades, estamos viendo que hay muchísima quema de biomasa, la gente sigue utilizando la quema de biomasa. Si vemos en el mapa de Toluca tenemos todavía zonas agrícolas en la parte sur y norte de la zona metropolitana de Toluca, sin embargo, ahora en pandemia, se observó que hubo una disminución porque mucha gente se encerró y vemos perfectamente que hay un beneficio en las concentraciones”, explica.
A través del monitoreo de la calidad del aire que lleva a cabo el INECC, se identifican reducciones de contaminación en la Ciudad de México, Toluca e Hidalgo.
“Tenemos porcentajes de 10, 15 y hasta 20 por ciento de reducciones en algunos contaminantes y sí, puedes ver una reducción de precursores de ozono y también de material particulado”, agrega.
Pero lo que se ganó en calidad del aire durante el confinamiento obligado por la pandemia de Covid-19, ahora empieza a opacarse por el repunte de la contaminación en las zonas metropolitanas.
Entre las ciudades que recurrentemente tienen problemas de mala calidad del aire por ozono y partículas PM 2.5 y PM10 está la zona metropolitana de Guadalajara, el Valle de México y el área metropolitana de Monterrey, así como Puebla, Pachuca, Toluca, Salamanca, Irapuato, Atotonilco, Tula, Tepeji del Río, Tijuana y Mexicali.
Sobresale que el transporte es la principal fuente de contaminación atmosférica en las ciudades, seguida de las actividades industriales y el uso de leña.
Al respirar altas concentraciones de ozono y partículas PM2.5 y PM10, las personas pueden manifestar problemas de salud como irritación de las vías respiratorias, falta de aire, bronquitis, enfisemas, asma y cáncer de pulmón.
“Lo que nosotros estamos viendo es daño al corazón, daño al pulmón, obviamente todo lo que conlleva a enfermedades asociadas y finalmente, muchos terminan en cáncer y alguna situación cognitiva que también se ha visto en los niños en un tema de desempeño y aprendiza. La verdad es que la lista es inmensa de todos los daños a la salud que podemos tener y entonces, lo que tenemos que hacer es reducir la exposición”, enfatiza Abraham.
Uno de los principales obstáculos en México para combatir los problemas de contaminación en las ciudades, señala que es el uso de tecnologías obsoletas, por ejemplo, en muchas partes del país, todavía una gran población cocina con leña.
Además, algunos gobiernos municipales y estatales se resisten a realizar grandes inversiones en redes de monitoreo de calidad del aire que permitan identificar las fuentes de emisión y el tipo de contaminante al que está expuesta la población.
Pero el director de Economía Sectorial en el INECC anticipa que, aquellos gobiernos municipales y estatales que hoy no invierten en redes de monitoreo ni en acciones para mejorar la calidad del aire en las ciudades, enfrentarán un gasto mayor en salud.
“Si tú no inviertes en mejoras de la calidad del aire, está bien, no le inviertan porque no consideran que es un programa prioritario. El problema es que de la misma bolsa de Hacienda vas a tener que sacar esa bolsa que te quisiste ahorrar y lo vas a tener que pagar en salud.
Cuando nosotros demostramos que la contaminación tiene un costo en la salud y que la morbilidad también está asociada, lo que tenemos que hacer es una inversión, cambios tecnológicos y acciones de mitigación”, recalca.
El Día Internacional de Calidad del Aire, que se conmemora este 13 de agosto, se enmarca en la semana en la que el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) presentó su más reciente informe en el que alerta que el planeta se está calentando a un nivel nunca visto en los últimos 2 mil años y urge a los países tomar acción para evitar resultados catastróficos.
Al respecto, Abraham explica que la contaminación del aire y el cambio climático están estrechamente relacionados por sus fuentes comunes de emisiones de gases y compuestos de efecto invernadero.
Las fuentes de emisión de CO2, derivadas de la quema de combustibles fósiles que en su gran mayoría son quemas ineficientes, no solo son los principales impulsores del cambio climático, sino también las principales fuentes de contaminantes del aire.
“La gran mayoría de las emisiones que justamente están generando el calentamiento global son aquellas generadas por combustión. En el caso de México, por el tipo de tecnologías que tenemos, además de generar CO2 generamos contaminantes que hacen daño a la salud y ¿qué tenemos que hacer? Trabajar juntos los de calidad del aire y cambio climático para no hacer una acción parcial y podamos ser contundentes para mejorar la calidad del aire”, concluye.
Es importante subrayar que México ratificó en 2018 su compromiso de alcanzar las metas establecidas en el Acuerdo de París para reducir el 22 por ciento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero y una mitigación integral que incluye reducir el 51 por ciento de las emisiones de carbono negro en 2030.