Sinanché, Yucatán. En el Puerto de San Crisanto, Karina Aguilar vende especies marinas de escama como curvina, robalo y muchas más. Pero la mayoría de los clientes se acerca a ella buscando el producto pesquero característico de esta región: el mero.

“El mero realmente ha escaseado bastante”, dice la pescadora yucateca en entrevista con Evlyn.Online

La pesquería de mero es de gran relevancia social y económica para las comunidades pesqueras de la Península de Yucatán, en ella participa una flota artesanal o ribereña y otra de mediana altura con diferente poder de pesca.

Datos de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) señalan que, en los años 70, el mero representaba entre el 90 y 95 por cierto en la composición de la captura total de escama en México.

En la actualidad, Yucatán contribuye con el mayor volumen de captura de mero, representando el 70 por ciento de la producción nacional, sin embargo, Karina sabe que esta pesquería está cada vez más sobreexplotada.

“Está terrible la situación del mero”, enfatiza.

Pie de foto: Karina vendiendo el producto pesquero
Pie de foto: Karina vendiendo el producto pesquero

 

Los pescadores que todos los días llegan a dejar sus productos pesqueros a la Cooperativa La Nube sobre Nosotros, que lidera Karina, narran la manera en la que lidian con la escasez del mero.

“Aquí en la Cooperativa, antes teníamos unas millas en las que pescaban el mero los muchachos. Ellos decían pues a 10 millas podemos sacar buena pesca, pero ahorita, cuando estamos conversando ellos dicen tuvimos que ir a 25 millas para buscar. Estamos hablando de que la gasolina está cara, se está haciendo más esfuerzo. Cuando platicamos con ellos dicen en esta numeración había un montón de pescado y ahorita ya no hay”, comparte.

La jornada para ir a pescar el mero, dice, obliga a los pescadores a viajar hasta 40 millas en el mar.

“Antes 8 o 10 millas hablábamos de que está lejos pero ahorita ellos se están yendo 25 o 30 millas y hay alguno que se va mucho más afuera, 40 millas. A nosotros nos ha tocado de que nos preocupamos de que oye ya son las 7 de la noche. Es que ya habíamos dado 12, 15 palandrazos y recogerlos 15 veces cuando antes se tiraba 5 veces y ahorita, cuando se recoge el palangre no viene mero”, explica.

En la Cooperativa que lidera esta pescadora, los pescadores salen rumbo al mar entre 5 y 6 de la mañana. Alrededor de las 15:00 horas vuelven para entregar el producto que pescaron, lo pesan y cobran su pago. Algunos productos marinos se empacan para su venta y otros, se empaquetan para llevarlos a las empresas exportadoras de Progreso.

Pero Karina implementó la exigencia de que el pescado se corte en la Cooperativa para garantizar que los pescadores respeten la veda, evitando así que el producto pesquero se corte antes de llegar a pesarlo y cobrar su pago.

“Una de las cosas que nosotros implementamos en la Cooperativa es que ese pescado se fileteé en la playa con nosotros para ver qué pescado es lo que se va a filetear. Si está en la talla, si no está en veda. Nosotros respetamos las vedas. Por ejemplo, ahorita estamos en la veda de mero y algo que me gusta de las personas que trabajan conmigo es que lo entienden y ellos aceptaron que el filete se va a cortar en la playa”, agrega.

Pie de foto: Karina pesando el pescado
Pie de foto: Karina pesando el pescado

 

El mero es la joya de la corona entre las especies de escama de esta región y esta temporada de Cuaresma es altamente demandado, pero Karina les insiste a los restauranteros y clientes que no le compren al vendedor furtivo.

“Vas a un restaurante y te sirven un mero cuando estamos en veda, eso es algo con lo que hemos batallado porque molesta. Da coraje”, afirma.

Además, el mero es un producto pesquero de alto valor nutricional, aporta a la dieta una elevada cantidad de proteínas, vitaminas, minerales y calorías. Por esta razón existe una variedad de platillos culinarios basados en este pescado que son típicos de la gastronomía regional de la Península de Yucatán como son el mero en “tikinchic” o el “macún”, así como el filete empanizado, a la plancha, asado, frito, en caldo, ceviche y tacos.

Pero en tiempos de veda del mero, esta pescadora ofrece otras especies marinas a sus clientes.

“Me da gusto cuando viene una persona y dice ¿verdad que el mero está en veda?, pero ¿qué me ofreces?, ah pues hay una curvina, hay una rubia”, expone.

Una ventaja, dice, es que los pescadores yucatecos se están uniendo para cuidar y preservar la especie.

“Tenemos que cuidar el mero bastante y nos estamos uniendo a cuidarlo porque sí vemos que ha bajado mucho, pero yo siento que estamos a tiempo para unir todos los esfuerzos para rescatar el mero y todos los que estamos aquí en la Cooperativa estamos más que dispuestos”, añade.

Karina es una pescadora que se abrió camino como permisionaria en la pesca.

Su incursión en la pesca comenzó en 2010, cuando solicitó permisos para la pesquería de pepino de mar pero mientras esperaba en la fila para hacer el trámite, enfrentó comentarios discriminatorios de género.

“En 2010 yo fui una de las pocas mujeres que estaban en la cola para solicitar permisos de pepino y recuerdo que yo me sentía tan extraña de estar entre tanto hombre y me decían ¿y tú qué haces aquí?, pues vine a buscar mi permiso de pepino. También nosotros queremos un permiso de pepino con mi familia. Sinceramente ¿sabe qué me dijeron? Tú, ándate a vender panuchos. Bueno, voy a vender panuchos de pepino de mar porque lo vamos a sacar y lo vamos a procesar y lo vamos a vender en panuchos”, recuerda.

Aquella anécdota con frecuencia la revive entre sus colegas pescadores que ahora la respetan como una líder del sector pesquero y como una promotora de las iniciativas de pesca sustentable en la Península de Yucatán.

“Sin miedo al éxito”, es la frase que Karina siempre tiene presente.

Pie de foto: Karina posa con algunas especies de escama
Pie de foto: Karina posa con algunas especies de escama

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