Chuburná Puerto, Yucatán. En esta comunidad pesquera, recolectar caracol chivita implica caminar a las 4:00 de la mañana sobre aguas someras de la ciénaga costera con fondos salobres, lodosos y fangosos. Mayri Beatriz Espadas Narváez, de 56 años y de origen maya, hunde sus pies en el lodo para buscar este animal que se distingue por su concha sólida, espinosa, de color café claro u oscuro que se asemeja a un cono enroscado.

Por seguridad para sus pies, pero también para facilitar la recolección, ella corta a la mitad unos bidones de 30 litros a los que les amarra una correa que sujeta en su estómago mientras camina unas seis horas sobre el lodo “les decimos nuestros perritos”, comenta en entrevista con Evlyn.Online

Pie de foto: Mayri emplea bidones en la pesca del caracol chivita
Pie de foto: Mayri emplea bidones en la pesca del caracol chivita

 

Era muy joven cuando su mamá la enseñó a recolectar el caracol chivita y 32 años después, Mayri ganó el segundo lugar a nivel nacional en un certamen donde presumió la receta de cocina que es su especialidad: caracoles chivita en escabeche envasados en frascos de vidrio al alto vacío.

Luego de la proyección que ganó en el certamen de 2019 y el reconocimiento a su receta, se entusiasmó con la idea de que su Cooperativa “U-meya Coolelo”, que en maya significa “Mujeres Trabajando”, podía exportar caracoles chivita en escabeche a todo el País.

Y cuando más confianza tenía de que su producto podía comercializarse a nivel nacional, el virus de Covid-19 llegó y alteró la dinámica de recolección que ella y sus socias tenían de este caracol marino que utiliza su pie para desplazarse empleando sus ojos y tentáculos.

Antes de que iniciara el confinamiento ocasionado por la pandemia de coronavirus, ella solía salir a recolectar el caracol chivita junto con otras 13 mujeres pescadoras. Todo el producto recolectado en esas jornadas, era desconchado y procesado para luego venderlo en la Cooperativa a los restauranteros u otros clientes.

Pie de foto: Caracoles chivita recién recolectados
Pie de foto: Caracoles chivita recién recolectados

 

Pero ahora, en tiempos de Covid-19, el grupo de mujeres ya no salen juntas a pescar el caracol chivita. Actualmente la recolección se hace de manera alternada y en vez de llevar el producto a la Cooperativa para venderlo, cada mujer lleva los caracoles chivitas a su familia para asegurarles comida para hoy y si se puede, mañana venderán algo de producto para generar un ingreso económico.

“Tomamos la decisión de que lo que capture cada socia va ser para consumo personal y de su familia, ya no para la Cooperativa porque es muy poquito lo que se gana”, cuenta Mayri.

En la comunidad de Chuburná Puerto es común que las familias se alimenten de caracol chivita porque es un recurso pesquero accesible y con alto valor nutricional.

 

Pie de foto: Caracoles chivita preparados al ajillo
Pie de foto: Caracoles chivita preparados al ajillo

 

La pesca de este recurso representa una fuente importante de alimentación, pero también de empleo porque se vende entre 30 y 40 pesos el kilo a restauranteros, en pescaderías o directamente al consumidor.

En el contexto local de la pandemia de Covid-19, Mayri y sus socias acordaron que la prioridad sería destinar el producto pesquero para asegurar la alimentación de sus familias y en caso de concretar una venta, ahorrarían una parte mínima para la Cooperativa.

“Ahorita, como estamos en resguardo por la pandemia, nos programamos para ir a capturar. Las más jóvenes vamos a capturar y si vendimos 600 pesos de especie, se sacan 100 pesos, se guardan en la caja de ahorro y los otros 500 pesos se le da a la familia que lo necesita”, explica.

Pie de foto: Caracol chivita entre el manglar
Pie de foto: Caracol chivita entre el manglar

 

Cuando a ella le toca salir a pescar su jornada inicia a las 4:00 de la mañana. Si tiene disponible su pequeña embarcación la utiliza para aproximarse a la Ciénaga de Chuburná que pertenece al sistema lagunar de Progreso. A veces le toca recorrer dos kilómetros hundida en el lodo.

“Estamos sumergidas a pie hundido en el lodo unas 5 o 6 horas. Tomamos un pequeño receso de 30 a 40 minutos y nos acostamos bajo un arbolito que veamos y luego seguimos caminando.

Tenemos unos bidones de 20 0 30 litros que cortamos a la mitad, les amarramos una correa y los amarramos en nuestro estómago y los vamos arrastrando, les decimos nuestros perritos. Llevamos nuestra lámpara de cacería y nuestra mochila en el hombro donde llevamos agua y alimento porque nuestro recorrido es hasta las 12 del día que es la hora a la que estamos saliendo del agua para volver a casa”, comparte.

Pie de foto: Mayri en una jornada de pesca de caracol chivita
Pie de foto: Mayri en una jornada de pesca de caracol chivita

 

La temporada de caracol chivita es de marzo y a veces concluye hasta finales de junio. Sus mejores días de captura ocurren cuando baja calienta más el sol y baja el nivel de agua de la Ciénaga.

Pero es también en esos días de jornadas largas de trabajo, cuando el sol se vuelve el peor enemigo para la salud de esta pescadora.

“En mi trabajo he sufrido dolor de cabeza, pero es porque trabajamos bajo el sol y a veces es tanto el sol que sí te afecta”, admite.

Pie de foto: Mayri sorteando el sol en una jornada de pesca
Pie de foto: Mayri sorteando el sol en una jornada de pesca

 

Los días en los que ella no sale a pescar, le toca ser anfitriona porque su casa es la sede de la Cooperativa “U-meya Coolelo” y suele apoyar a sus compañeras en las labores de desconche del caracol chivita.

“Si van dos o tres compañeras a capturar, les digo: vengan, las ayudamos. Nos ponemos a remojar la chivita, al día siguiente la volvemos a lavar, todavía están vivas. Ponemos leña, ponemos el agua a hervir, un poco de sal y cuando está hirviendo sumergimos la chivita con todo y concha en una bolsa de nylon de mandado. Dejamos que hierva 10 minutos, luego la extendemos en la mesa de trabajo. Cuando se enfría, lo empacamos al alto vacío y se le entrega a la que lo fue a capturar y ella lo vende para sacar dinero para su familia”, detalla Mayri.

La pandemia de Covid-19 exhibió las debilidades que tiene la Cooperativa “U-meya Coolelo” fundada en el año 2000. La más evidente, reconoce, es la falta de ingresos económicos sostenibles.

Pie de foto: Mayri lavando el caracol chivita en la Cooperativa
Pie de foto: Mayri lavando el caracol chivita en la Cooperativa

 

EL GRAN FRAUDE A NOMBRE DE “U-meya-Coolelo”

La Cooperativa “U-meya-Coolelo” que fundó Mayri en el año 2000 obtuvo su primer permiso para pescar caracol chivita hasta 2010 y ese mismo año, la Secretaría de Pesca le asignó un financiamiento de 250 mil pesos que ella nunca recibió.

De 2000 a 2010 esta pescadora trabajó enseñando a un grupo de biólogos las características de esta especie, el esfuerzo que requería su captura, su beneficio nutricional y su potencial comercial.

Un día le propusieron en la Secretaría de Pesca de Yucatán que presentara un proyecto para impulsar a su Cooperativa. A ella se le ocurrió la operación de un centro de acopio de caracol chivita que beneficiara a las mujeres de su comunidad.

“Nos hacían hacer el proyecto, metimos la solicitud y todo el tiempo nos ponían en espera y en espera. De repente me hablan y me dicen que ese proyecto ya se apoyó. Me dicen ‘venga doña Mayri necesitamos que firme para entregarle su apoyo´ y yo me voy a ver qué es lo que me van a dar. Llego y me dicen ´doña Mayri hay que firmar, pero no se preocupe, apenas nos liberen el apoyo, nosotros le hablamos para darle el dinero´ pero pasó el tiempo y ya no me llamaron”, recuerda.

Pie de foto: Mayri junto a sus socias diseñando proyectos juntas
Pie de foto: Mayri junto a sus socias diseñando proyectos juntas

 

Cansada de esperar el apoyo e impotente por no saber leer, Mayri le pidió a una amiga que le leyera unos papeles que le habían entregado en la Secretaría de Pesca de Yucatán.

“Le dije que leyera esos papeles y me dice ´doña Mayri estos papeles dicen que la Secretaría de Pesca a usted le está otorgando un apoyo a fondo perdido de 250 mil pesos´ y le digo, pero a mí no me han dado nada.  Me voy a la Secretaría, me pregunta si me hicieron firmar algo y yo les digo que sí, les enseño el papel que tenía y se dan cuenta que el recurso no llegó a nosotros” explica.

Aquel fraude, dice, la dejó sin ánimos de seguir ingresando proyectos ante las Dependencias de gobierno y la hizo muy desconfiada de las autoridades pesqueras.

Pie de foto: Mayri rumbo a una jornada de pesca
Pie de foto: Mayri rumbo a una jornada de pesca

 

CON PERSEVERANCIA DE PESCADORA

Más de alguna ocasión, Mayri confiesa que ha sentido el deseo de dejar de lado su proyecto de exportar caracol chivita envasado al alto vacío porque no encuentra apoyo de las autoridades pesqueras.

“A mí me da mucha tristeza que a mi Cooperativa nada más la estén usando para investigaciones, para que nosotros les enseñemos lo que nosotros vivimos, lo que nosotros trabajamos y a nosotros no nos han ayudado nada”, reprocha.

Pero el premio que ganó en 2019 por su receta, la entusiasmó nuevamente. Al siguiente año obtuvo el primer lugar a nivel estatal y este reconocimiento, hizo que se propusiera llevar el caracol chivita a todo el país desde su Cooperativa.

Pie de foto: Mayri recibiendo el premio por su receta de caracoles chivita
Pie de foto: Mayri recibiendo el premio por su receta de caracoles chivita

 

Esa firmeza y constancia que impulsa a Mayri a levantarse a las 4 de la mañana para luego caminar más de cinco horas sobre el lodo en busca del caracol chivita, es la misma con la que intenta conquistar el paladar de quienes prueban sus platillos.

“Sí ha habido momentos en los que yo he querido renunciar, pero no me rindo. En el 2020 me gané el primer lugar a nivel estatal como la mujer ejemplar de pesca y yo espero lograr mi proyecto que son las chivitas en escabeche y al ajillo. Aunque hay muchos platos de la chivita que yo he presentado acá en la Feria del Mero como el queso relleno con mariscos y chivita, empanadas de chivita, cocteles de chivita, ceviche de chivita, la chivita al ajillo, la chivita en vinagreta y escabeche”, agrega.

Pie de foto: Caracol chivita en escabeche y al ajillo envasado en frasco de vidrio al alto vacío
Pie de foto: Caracol chivita en escabeche y al ajillo envasado en frasco de vidrio al alto vacío

 

Si es verdad que no hay amor más sincero que el que sentimos hacia la comida, Mayri asegura que el sabor del caracol chivita cautiva el paladar.

“Es un sabor que no se compara. Cada caracol tiene un sabor especial pero la chivita es un sabor que cuando uno lo mastica, sientes la textura crujiente, jugosita, es un sabor que no se compara”, recalca.

Actualmente esta pescadora aprende de las experiencias de otras mujeres que se están abriendo un camino en el sector pesquero apoyadas por la organización EDF de México.

Pie de foto: Mayri es tenaz al recorrer la Ciénaga en busca del caracol chivita
Pie de foto: Mayri es tenaz al recorrer la Ciénaga en busca del caracol chivita

 

 

 

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