San Antonino Castillo Velasco, Oaxaca. El pozo de agua del que dependían los cultivos de cebolla, coliflor, yuca o guacamote en las tierras agrícolas de la familia Santiago Sánchez, se secó en 2007. Desde entonces, sus tierras agrícolas quedaron marginadas.
Pero en 2010 cuando en esta comunidad se propagó el rumor de que unos campesinos estaban metiendo el agua de lluvia a los pozos logrando que se volvieran a llenar, a la familia Santiago Sánchez le entró curiosidad y regresó a ver su pozo.
“Abrimos el pozo porque lo teníamos tapadito y ¡cual fue nuestra sorpresa: el pozo tenía otra vez agua! para nosotros fue algo sorprendente, ¿cómo es posible que nuestro pozo que ya estaba seco, sin ninguna gota de agua, ya tenía agua en esos momentos? Mi papá se puso bien contento y al siguiente día empezó a preparar su tierra y se puso a sembrar”, cuenta María de los Ángeles Santiago Sánchez en entrevista con Evlyn.Online
Tras comprobar que su pozo se había beneficiado con las obras que hacían los campesinos y otra vez estaba lleno, María de los Ángeles fue enviada por su papá a una de las reuniones informativas sobre las obras de captación de lluvia que se organizaron en su comunidad. Nunca imaginó que ese día sería el inicio de su activismo implacable a favor de la recarga de acuíferos.
Aquel día, ella recuerda que llegó a la reunión como una integrante más, pero salió siendo representante del Comité local para promover las obras de captación de agua de lluvia.
Inmediatamente quedaron atrás los días de sequía y limitados a los quehaceres del hogar. Ahora, tomaba talleres y estudiaba las técnicas para medir el volumen agua que almacenaban los pozos.
En sus talleres de capacitación aprendió a sumergir hilos en los espejos de agua que se reflejan en la profundidad del pozo. También aprendió a llevar una estadística para demostrarle a la Comisión Nacional del Agua (Conagua), que gracias a los trabajos que se estaban haciendo en su comunidad, los pozos otra vez tenían agua.
“Para nosotros tener argumentos con la Conagua y demostrarle que la captación sí servía, había que medir el espejo de agua (del pozo) con un hilo o un mecatito. Uno lo baja, lo mete y hasta donde toque el agua, se mide. Esta fue la forma en la que nosotros fuimos midiendo la profundidad del pozo y luego se los exponíamos en las reuniones con Conagua”, detalla.
Su activismo y su empeño por dar resultados en las obras de captación de lluvia hicieron que María de los Ángeles se convirtiera en un miembro activo de la Coordinadora de Pueblos Unidos por el Cuidado y Defensa del Agua (Copuda) que agrupó a 16 comunidades de los Valles Centrales de Oaxaca para diseñar y construir sus propias obras de almacenamiento pluvial como retenes, ollas, y pozos de absorción.
Su única motivación, revela, era evitar regresar a los tiempos de sequía.
El año 2007 cuando se secaron los pozos de las tierras de cultivo en su comunidad, ella lo recuerda como uno de los más trágicos no solo para su familia sino para otros campesinos que tuvieron que migrar para conseguir trabajo.
“Los campos se quedaron abandonados, ya no se producía. La comunidad se quedó sola porque muchos se fueron a trabajar a otras comunidades del Estado para poder llevar sustento a su familia, se veía desierto todo el campo.
Mi papá igual dejó de sembrar, únicamente sembraba de temporal el maíz y el guacamote pero ya no había tanto porque el guacamote es de humedad y ya no había tanta humedad ni había agua para regarlo. La producción bajó de un 100 a un 30 por ciento”, recuerda.
La organización civil Oxfam México concluye que la escasez de agua que ocurrió en los Valles Centrales de Oaxaca es el resultado de diversas decisiones puntuales.
Primero, en 1985 por iniciativa gubernamental se desecaron las ciénegas de la región y con ello se logró contar con más tierra disponible para campos de cultivo. Sin embargo, la humedad del suelo se perdió rápidamente y diez años después el nivel de los pozos había descendido notablemente. Para el año 2005, la región enfrentaba ya una grave sequía.
Segundo, ese mismo año el gobierno federal decidió hacer efectivo un Decreto de Veda de agua subterránea para los Valles Centrales de Oaxaca que data del año de 1967, y que impide a los campesinos el libre aprovechamiento de los pozos agrícolas de la región si no cuentan con un título de concesión que expide la Conagua. Al mismo tiempo, dicho título de concesión es requisito para que esas personas puedan acceder a la energía eléctrica para la extracción de agua a precios subsidiados por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Con ese marco regulatorio, apunta, se afectó el bienestar de los campesinos porque, al tratarse de personas de ingresos bajos, se les impone muy altos costos en la extracción del agua, y por tanto se limita su acceso al agua necesaria para sus cultivos.
Con la convicción de que todas las personas deben tener un acceso justo al agua y de que las propuestas ciudadanas son fundamentales para una gestión hídrica más sustentable y desigual, Oxfam México respaldó el trabajo de captación de lluvia que hicieron las comunidades de los Valles Centrales de Oaxaca.
Y mientras la organización civil respaldaba el trabajo que se hacía en las comunidades, María de los Ángeles lidiaba con el desánimo que les producía a los campesinos no tener garantizado el acceso al agua, pese a las obras de regeneración del acuífero que ellos seguían haciendo.
Ella misma reconoce que el proceso de la defensa del agua “fue cansado” porque esta lucha que inició en 2005, se prolongó 16 años hasta que, el pasado 24 de noviembre se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF), el Decreto por el que se establece la “Zona Reglamentada del Acuífero 2025 de Valles Centrales del Estado de Oaxaca”, donde se reconoce por primera vez en la historia del país, el derecho que tienen las comunidades a administrar el agua.
“Una modificación del Decreto de veda no es cualquier cosa y no solo es el Decreto, sino que nos asignan la administración del acuífero y eso es lo más importante, que nosotros vamos a poder hacer nuestras obras de captación y de recarga. Sí funciona la captación, lo sabemos porque nosotros lo vimos.
Nuestro pozo tiene 25 metros de profundidad. Se había secado. Pero cuando nosotros lo fuimos a medir, el espejo de agua tenía 13 metros, tenía suficiente agua. Se ha mantenido, el agua ya no se ha ido, ha estado permanente. En algunos años ha bajado más, pero se mantiene”, recalca.
El liderazgo de María de los Ángeles pronto sobresalió en la comunidad y, en 2019, la invitaron a formar parte del gobierno municipal asumiendo la regiduría de agricultura, pero antes de asumir el cargo puso una condición: que le permitieran instrumentar más pozos de agua.
“Cuando me invitaron a formar parte del Municipio yo puse la condición ´le entro, pero necesito que se trabaje para mejorar el acuífero y aceptó el Presidente´. Ahora ya tenemos un censo de nuestros pozos de captación, tenemos alrededor de 120 pozos que ya estaban y nosotros este año hicimos 28 pozos de absorción con agua limpia para no contaminar el acuífero”, cuenta con una voz orgullosa.
Los grandes metas toman su tiempo y los captadores de agua zapotecas lo saben. Quizá lo más valioso de los últimos 16 años en defensa de sus recursos hídricos son los liderazgos que surgieron al interior de su movimiento como el de María de los Ángeles cuya voz hoy resuena en la toma de decisiones del gobierno municipal.
5 DATOS QUE DEBES DE SABER DE MARÍA DE LOS ÁNGELES.
- Es una de las activistas de la Coordinadora de Pueblos Unidos por el Cuidado y Defensa del Agua (Copuda)
- Inició su activismo el día que acudió a una reunión en representación de su padre.
- Promueve la construcción de pozos y obras de captación de agua de lluvia en su comunidad
- Ahora está a cargo de la regiduría de agricultura en su comunidad.
- Tiene el reto de lograr que más habitantes de su comunidad se involucren en las obras de captación de agua de lluvia.