Hace 8 años Francisca llevaba una vida cotidiana como maestra en el municipio de Aconchi, pero el 6 de agosto de 2014 su cotidianidad se trastocó al ser testigo de cómo se teñían de color amarillo y cobrizo las aguas del Río Sonora y Bacanuchi. Desde entonces, forma parte de una lucha colectiva para exigir justicia, reparación y remediación del daño ocasionado por la mina Buena Vista del Cobre de Grupo México. Hoy es una de las voces representativas de los Comités de Cuenca Río Sonora.

Aconchi, Sonora.  La maestra Francisca García Enríquez, mejor conocida en este municipio como “Panchita” confirmó que su cuerpo está contaminado con metales pesados ocho años después de que la mina Buena Vista del Cobre, propiedad de Grupo México, derramó 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre acidulado en los ríos Sonora y Bacanuchi fluyendo hasta la presa Molinito que abastece a la ciudad de Hermosillo.

Lo sospechaba, pero tenía esperanza de que no fuera cierto. Lo intuía, pero al mismo tiempo confiaba en que ella no sería clasificada como “persona expuesta” a metales pesados. Sin embargo, hace apenas unos meses le confirmaron que su cuerpo tiene presencia de cadmio, arsénico y manganeso en cantidades asociadas a las de otras víctimas del derrame minero ocurrido el 6 de agosto de 2014.

La confirmación llegó a “Panchita” en abril cuando personal del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece) entregó los resultados de los análisis de sangre y orina que se realizaron a mil 500 pobladores de las comunidades aledañas a los ríos Sonora y Bacanuchi.

“Me entregaron los resultados en Semana Santa. Yo tenía la sospecha, pero ya que lo ves en los resultados entras en shock porque te preguntas ¿qué sigue pues?, ¿cómo me va a afectar a mí?, ¿en qué va desencadenar esto? Yo tenía la ligera esperanza de que a mí no me salieran metales, y cuando ya lo tienes y te confirman que sí traes metales, se hace un silencio”, cuenta la maestra de 43 años en entrevista con Evlyn.Online

Ya pasaron cuatro meses desde que le confirmaron que su cuerpo tiene presencia de metales pesados y de que esta contaminación persiste en su comunidad, pero hasta el momento, ella no tiene un plan de tratamiento médico.

“Salí con arsénico, cadmio y manganeso. Estoy expuesta a metales pesados. Todavía no tengo un plan de tratamiento médico, estoy esperando que me den la consulta y que digan: esto puede pasar, esto puede desencadenar y esto podemos hacer como tipo prevención para contrarrestar eso que me salió a mí”, añade.

Pie de foto: Francisca García Enríquez contempla el Río Sonora junto a su hijo. Crédito: PODER
Pie de foto: Francisca García Enríquez contempla el Río Sonora junto a su hijo. Crédito: PODER

 

A ocho años del derrame que pintó de amarillo las aguas de los ríos Sonora y Bacanuchi, Panchita rememora el “peregrinar con las autoridades” que le tocó enfrentar aquel 6 de agosto de 2014 para confirmar si era cierto o no que el agua estaba contaminada. Ella recuerda que, en las primeras horas, nadie les daba información de lo ocurrido.

“Fue un peregrinar con las autoridades, llamábamos a Protección Civil y no nos decían nada, las autoridades municipales tampoco sabían nada, hasta que llamamos a Protección Civil y yo les dije: bueno ¿por qué nadie quiere decirnos nada?, ¿qué están esperando? Y ellos nos decían que esperáramos a que las autoridades nos dijeran. Pero fue hasta el día siguiente que ya avisaron y que cerraron los pozos de agua”, recuerda.

Desde aquel día, la vida de “Panchita” se trastocó porque tuvo que organizarse con sus vecinos para emprender una lucha en contra de la empresa minera para exigir justicia y reparación del daño sin sospechar que, ocho años después, seguiría en esa batalla que todavía no concluye.

Además, esa organización comunitaria que inició de manera improvisada entre las víctimas del derrame al Río Sonora y Bacanuchi fue madurando con el paso del tiempo y “Panchita” se convirtió en una de las voces representativas de los Comités del Río Sonora que agrupan a las 22 mil víctimas afectadas por el derrame minero.

“Yo digo que soy una antes y una después. Antes era una Panchita que tenía una vida tranquila y después tuvimos que empezar esta lucha en las plazas, luego cerramos carreteras y así nos fuimos organizando para exigir justicia, reparación del daño y han sido años de mucho sacrificio porque había que ir a los juzgados, y a 8 años apenas vemos la luz al final del túnel a raíz de que se ganó el amparo y de que desde el año pasado hemos tenido acercamiento con Semarnat y de allí a la fecha ha habido un poco de avance”, reflexiona.

Victoria de los Ángeles Beltrán Camacho, coordinadora de Litigio Estratégico en la organización civil PODER que ha dado acompañamiento a las víctimas del derrame de la mina Buena Vista del Cobre, destaca que, ocho después, el colectivo de personas que integran los Comités de Cuenca Río Sonora maduró en su manera de organizarse, de exigir una reparación del daño encabezando una lucha de manera colectiva y en el acompañamiento que tienen entre sí los afectados por el derrame minero.

Al hacer un balance del estatus que guarda el caso del derrame al Río Sonora y Bacanuchi, Victoria informa que actualmente continúan en curso cuatro juicios de amparo que promovieron los Comités de Cuenca en contra de la minera Buena Vista del Cobre y Grupo México.

Mientras que en el marco del Plan de Justicia para Cananea y el Río Sonora, considera que hay avances sustanciosos en el último año porque, gracias a que el Cenaprece realizó alrededor de mil 500 análisis de sangre a la población, se comprobó que las personas afectadas por el derrame tienen presencia de metales pesados y están expuestas a una contaminación homogeneizada.

“Hay avances sustantivos porque la verdad se empieza a asomar y la verdad es una palanca que nos aproxima a la obtención de justicia. Ya empieza a haber datos respecto a la persistencia de la contaminación y eso abre la puerta a que haya una remediación real. Las personas tenían razón desde el principio. Se está revelando que hay exposición a metales pesados, las personas están expuesta a niveles de exposición importantes de metales pesados y por lo menos tres metales de esos: el arsénico, el plomo y el cadmio son metales que han sido reconocidos por la misma Organización Mundial de la Salud dentro de las diez sustancias tóxicas. Se practicaron alrededor de mil 500 pruebas y los hallazgos son en términos de que se puede constatar la exposición de las personas a metales pesados. Es una contaminación homogeneizada pero una cosa es que se realicen los estudios y otra que se trabaje en las consultas. Ahora se está trabajando en las consultas para que se les pueda ir dando seguimiento”, explica Victoria.

Pie de foto: Víctimas del derrame confirman presencia de metales pesados. Crédito: PODER
Pie de foto: Francisca García Enríquez contempla el Río Sonora junto a su hijo. Crédito: PODER

 

Pero al hacer una valoración del papel que ha jugado la minera Buena Vista del Cobre de Grupo México en el proceso de garantizar justicia a los afectados, la abogada no advierte intensiones de que la empresa compense el daño ocasionado.

“Es una empresa incorregible. No solo no ha reparado, ni siquiera manifiesta intensión o interés en reparar y lo que le hizo a las personas es realmente terrible”, añade.

A falta de intensión de la empresa por reparar el daño ocasionado y garantizar la remediación ambiental del sitio, los Comités de Cuenca Río Sonora se mantienen activos en las mesas de trabajo que se llevan a cabo una vez al mes con autoridades estatales y federales.

La mesa de trabajo más reciente sesionó el pasado 2 de agosto y en ella participaron los Comités de Cuenca Río Sonora y autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) donde se acordó trabajar en un plan de remediación ambiental con una visión de justicia social que garantice el acceso a un medio ambiente sano, así como a trabajar en procesos de educación ambiental en la zona que permitan el bienestar integral de los habitantes del Río Sonora.

El plan de remediación ambiental también contempla la instalación de plantas potabilizadoras en la región, dotar a las escuelas públicas aledañas al Río Sonora de agua potable de calidad y libre de metales y realizar estudios para la declaratoria de emergencia de la zona.

Ocho años después del derrame, Agustín Ávila, encargado de la dirección general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), presentó estudios sobre la calidad de aire en la zona e informó que no hubo remediación ambiental por la presencia de acidificación del suelo y la disminución de biota.

A pesar de que la justicia y la reparación del daño avanza lento, Panchita sigue activa en los Comités de Cuenca Río Sonora consciente de que voz es clave para continuar denunciando que tanto ella como sus vecinos hoy siguen viviendo expuestos a metales pesados.

Pie de foto: El agua del Río Sonora es fundamental para la agricultura en la región. Crédito: PODER
Pie de foto: El agua del Río Sonora es fundamental para la agricultura en la región. Crédito: PODER

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