Tecolutla, Veracruz. A lo lejos luce como una franja de arbustos leñosos y esbeltos, pero a medida que se penetra en la espesura del manglar, los sentidos se activan con el olor a mangle, la humedad, la contemplación de un cangrejo rojo o el vuelo de un pelícano.

Esta es una tarde fresca y nublada, 17 grados marca el termómetro. A bordo de la lancha “La Arenita” que navega sobre el Río Tecolutla, se percibe un viento caprichoso que nos menea conforme nos adentramos en los manglares de esta región.

El río se oye manso y la vegetación a nuestro alrededor impone.

De pronto se escucha la voz de Óscar García, el marinero turístico que va a cargo de la embarcación.

“Me da mucho gusto presentarles la Cueva del Pirata. Más allá está la Cueva de la Mojarra o de Don Chon en honor a un pescador que venía mucho acá porque le gusta pescar mojarra”, anuncia Óscar.

La Cueva del Pirata es sólo uno de los recovecos de este ecosistema conformado por mangle rojo, blanco y negro cuyos arbustos leñosos llegan a medir entre 13 y 18 metros de altura…el paisaje cautiva.

El espectador podría dejarse llevar solo por la belleza del paisaje, pero Édgar Villeda Chávez, especialista adscrito a la Subcoordinación de Percepción Remota de la Comisión Nacional para el Uso y Conocimiento de la Biodiversidad (Conabio), explica que en realidad, este es un ecosistema muy peculiar por su fuerte influencia de agua dulce.

Pie de Foto: Vista de los manglares de Tecolutla
Pie de Foto: Vista de los manglares de Tecolutla

 

“La zona está fuertemente influenciada por aportes de agua dulce, tenemos cerca el Río Tecolutla y el Río Blanco y estos aportes de agua dulce hacen que los manglares de Tecolutla sean particulares. Estos manglares, al tener una influencia de agua dulce, se vuelven relativamente sensibles al cambio ¿qué quiere decir?, que con muy poco que se modifiquen estas condiciones de agua dulce o con algo degradación, van a ser mucho más sensibles”, explica Édgar.

Un monitoreo que realizó la Conabio  a través del Instituto de Ecología A.C. (INECOL), ubica a los manglares de Tecolutla como los menos salinos de Veracruz y se sabe que tienen poca repoblación porque están bajo condiciones de agua dulce.

“Aquí hay muy pocas plántulas y al tener pocas plántulas van a ser más sensibles a un efecto de degradación”, añade.

Pocos se imaginarían que más allá del paisaje, los manglares de Tecolutla funcionan como una barrera de protección a la población contra huracanes, son fundamentales para la pesca y favorecen la recarga de acuíferos.

“A las personas que vivimos lejos de la costa nos parece lejano el beneficio de los manglares pero la primera cosa que puedo decir es que sin manglares no existirían los platillos de peces y mariscos. Los manglares son un área importante de producción, de cría y de refugio para la mayoría de las especies de peces y mariscos. De manera económica, el manglar es una fuente importante de recursos para la pesca y para la protección contra el impacto de huracanes”, añade Édgar.

El recorrido se enmarca en el contexto de la pandemia de Covid-19 que ha impactado la economía de los prestadores de servicios turísticos de esta región por ello, todos los viajeros a bordo de “La Arenita” portan cubrebocas y respetan el protocolo de sana distancia.

Pie de Foto: Aves migratorias reposan en los manglares antes de continuar su vuelo.
Pie de Foto: Aves migratorias reposan en los manglares antes de continuar su vuelo.

 

Óscar, el marinero que nos guía dice que tanto él como el resto de los prestadores de servicios turísticos están haciendo un esfuerzo por reactivar la economía, pero siempre preservando el cuidado del manglar.

“Este manglar crea una barrera entonces el impacto del huracán y el impacto ya es menor. También es muy importante este manglar para nosotros porque de aquí sale la tercera parte de los peces que se pescan. Nosotros cuidamos que la gente no se lleve la fauna y ahorita estamos buscando reactivarnos”, afirma Óscar.

Después de una hora de navegar sobre las aguas dulces del Río Tecolutla, concluye el recorrido para la contemplación del manglar. No queda más que escuchar el graznido de las gaviotas, los pelícanos, las águilas negras y otras aves migratorias que reposan aquí antes de seguir su vuelo.